Hemos llegado al final del CURSO, donde el tema del acompañamiento del tutor ha sido fundamental para la comprensión de los efectos que ejercemos en la vida de los estudiantes y en el gran aporte que hacemos para sus aprendizajes. En este recorrido ha sido importante no solo la comprensión de los términos, sino la apropiación e interiorización del acompañamiento en la vida práctica. Por esta razón vamos logrando implicarnos en la vivencia del sentido de la tutoría, de la gran riqueza del acompañamiento en la construcción del vínculo educativo y de la facilitación académica.
Se hace necesario que mantengamos en nuestras instituciones un verdadero espíritu comunitario y un excelente clima de confianza amorosa y de vivencia en las actitudes y los valores que nos hacen maestros comprometidos con el cuidado de sí mismos y de los demás, y que, además, privilegiamos el aprendizaje con significado verdadero y auténtico. Somos una comunidad de aprendizaje que de manera constante va creciendo y aportando factores valiosos, no solo desde las concepciones que podemos tener, sino desde las prácticas cotidianas que alimentan un modo de ser que nos lanza indefectiblemente una tutoría en la acción, en la práctica.
Es importante que, como corolario de este curso, pueda compartir mis aprendizajes con el líder pedagógico directivo en mi escuela. Mirar qué de todo este itinerario de trabajo personal, autogestionable, autónomo, de cruce de experiencias, puede servirme para una aplicación debida de mi función como tutor-a.
“Además de conocerse, debe estar muy atento para que se pueda formar una visión integral de cada estudiante y ha de ser capaz de llevar a cabo una reflexión periódica sobre su práctica educativa. Reflexión que le permitirá analizar, valorar, buscar nuevas estrategias que mejoren constantemente su actividad en el aula. Recoger estas reflexiones y guardarlas constituye, tanto para él como para el mismo colegio, un documento de gran valor… El maestro también aprende. Tanto para transmitírselo a sus alumnos como para utilizarlos él mismo, el maestro dispone para su formación permanente de los que podríamos denominar los principios de toda metodología, que se pueden resumir en tres: Estímulo, Conversación y Comprensión. No hay mejor ayuda para aprender que estar atento a la realidad, pues es la que emite mejores estímulos tanto en el aula como fuera de ella; si el maestro le añade la conversación, el gozo de escuchar y hablar, de plantear preguntas, de permitir la corrección, que ensanchan el propio horizonte, está en el camino adecuado para la comprensión y por tanto para crecer en sus conocimientos…Uno de los objetivos del maestro en el aula, posiblemente el más importante, es hacer pensar a sus alumnos y hacerlos disfrutar”. Del Pozo Monserrat. Inteligencias múltiples en acción. Tekman Books, 2014